domingo, 23 de mayo de 2010

maminatural


Uno de los grandes poderes de la feminidad es la intuición y el mejor momento para escucharla es cuando te conviertes en madre. Cuestionar todo, oír a tu corazón y seguir tu instinto, ese es el camino para ser una: Maminatural.

No lo cargues que se mal acostumbra!!!







- !No lo cargues que se mal acostumbra!
- Si duerme en tu cama no lo sacas mas nunca.
- Déjalo llorar para que se le desarrollen los pulmones.
- Déjalo llorar porque ellos son de un manipulador!
- La manera de pasarlo a la cuna es dejándolo llorar.

- ¿Y todavía le das teta?

Cuando oía alguna de estas frases mi corazón empezaba a emitir señales de alerta y mi intuición repetía: "No oigas esto".

Si alguien cargó a su hijo hasta quedar torcida, fui yo. Nunca mis brazos se negaron a un pedido suyo. Siempre que Theo requirió y requiere mi atención y mi cuidado ahí estoy para él. Y la razón es muy simple: ¿Si su propia Mamá no responde a sus pedidos de brazos bien sea porque esta cansado, tiene miedo, tiene hambre, le duele algo o simplemente necesita cobijo, quién lo va a hacer? ¿Acaso no estamos nosotros, los padres, para responder amorosamente a las demandas de ese hijo que no puede caminar, hablar o protegerse y que lucha desesperadamente por expresarse, llorando, que es la única manera en la que puede hacerlo?

Después de 13 meses no he reconocido ninguna manipulación de Theo cuando llora, y su fortaleza y confianza en sí mismo no vienen porque lo haya dejado llorar, muy por el contrario, la cuna dejó de ser un lugar horrible para él en el momento en que junté nuestra cama con su cuna, eliminando la puerta de ésta y él se sintió libre de ir y venir a su antojo de la cama a la cuna y viceversa, todo era un solo espacio donde estaba protegido y cerca de papi y mami. Resultó que dormía más cómodo en su cuna tocándome siempre y poco a poco fui corriendo la cuna un poco más lejos poniéndole una barandita baja de protección de esas que se les ponen a las camas de los niños para que no se caigan. Lo pude pasar a su cuna sin traumas, sin dejarlo llorar, sin amargarme ni hacerlo sentir abandonado, a su tiempo, a nuestro ritmo, desoyendo cualquier técnica que no me sonara amorosa. A veces me asusta lo crueles que podemos ser los padres con nuestros propios hijos, dejándolos llorar aterrorizados en la oscuridad de un cuarto.
"Ningún animal se comportaría tan cruelmente con sus crías."

Mi meta es siempre seguir mi corazón y observar cómo se comportan los animales con sus hijos, allí siempre encuentro las respuestas y Theo, que ya camina, cada vez quiere pasar menos tiempo en mis brazos, así que me consuelo sabiendo que lo tuve pegado a mí hasta el cansancio.

Ahora sólo me queda disfrutar cuando, después de alguna nueva victoria caminando, corre aplaudiendo hacia mí y me abraza, poniéndome la mejilla en mi boca para que lo bese. Y me queda la satisfacción de saber que Theo será un hombre cariñoso, considerado con el sufrimiento ajeno y generoso en afectos porque esos fueron los primeros ejemplos que papi y mami le dieron.